Tuesday, December 30, 2008

Día 7

Tres tercios desiguales, y en uno soy el piloto

Nuestra vida puede dividirse de muchas maneras. Algunos dirán que primero viene la niñez, luego la adolescencia, etc., otros quizás vean ciclos recurrentes. Yo pienso que se divide en tres y que cada día vivimos un poco de cada una de esas etapas. Más o menos un tercio de la vida la pasamos trabajando o estudiando, o haciendo cosas relacionadas con las obligaciones con la sociedad, o algo asi. Otro tercio lo pasamos en nuestras cosas privadas, haciendo los deberes de la casa, divirtiéndonos con amigos, viendo TV, leyendo libros, caminando por el malecón...

Yo en los últimos años me he concentrado mucho más en el otro tercio: el sueño. Las horas en las que duermo son las que más valoro. He aprendido a apreciarlas y a entender lo equivocado que está el mundo moderno en querer mostrarnos que lo importante en la vida son las otras dos, y sobre todo la del trabajo. En la noche cierro los ojos y soy libre. He aprendido a navegar a través de los sueños, a dejar que me lleven por momentos aunque a veces me asusten, pero al fin y al cabo soy el piloto, hasta ahora he logrado mantenerme firme en el timón.

Unos viven para trabajar, otros trabajan para vivir. Yo ya no trabajo porque recibo una modesta pensión. Esa modesta pensión me permite vivir austeramente. Y con eso vivo para soñar.

Por eso es que ya no debo buscar a la musa reticente, me está alejando del perfecto equilibrio y hacia lo mundano, donde no puedo ser el piloto.

Saturday, December 27, 2008

Día 6

Elefantes, leones y cobras

El león es el rey de la selva, eso dicen. ¿Y por qué el león y no el elefante? Los leones sólo le temen a los elefantes, que son mucho más grandes, fuertes e inteligentes.

Todo entra por los ojos. El león es un cazador, musculoso, rápido, de apariencia majestuosa, agresivo, territorial, sexual. La gente quiere que él sea el rey. Pero ponle a un elefante furioso cerca y correrá despavorido como un triste gato doméstico.

El elefante, el verdadero rey sin corona, es muy grande y poderoso, pero parece apacible, bonachón, lento. Es inteligente, memorioso, sensible, parece hasta ser consciente de su mortalidad, reflexiona y se entristece ante el cadáver de un compañero. No es un cazador, sólo come plantas, no necesita de estrategias, juegos ni patrañas para obtener lo suyo, no necesita despliegues de virilidad. Come tranquilamente y se desplaza por la sabana, cuida a los suyos, abre camino. Hasta puede colaborar con seres despreciables como los humanos si estos lo tratan bien, con respeto.

Pero cuando algo lo indigna, cuando enfurece, un solo elefante puede destruir una aldea y todo lo que encuentre en su camino. ¿Qué león podría hacer algo así? El elefante furioso pisa cabañas, niños, perros, gallinas, todo lo necesario para aplacar su ira.

La furia del león tiene que ver con sus necesidades básicas, es fiero para poder comer, fiero para poder gozar de los favores de las leonas. Su ferocidad es un medio. La furia del elefante, en cambio, es un fin en sí, es el descontrol ante la frustración, es el desfogue puro, es la rabia pura. No es para cazar, no es para conquistar, es para destruir por el placer y necesidad de destruir y establecer su condición de verdadero rey, de verdadero poseedor del poder, aunque por la eternidad su verdadero lugar no le sea reconocido.

Y por los siglos de los siglos, la mayoría de tontos humanos seguirá mirando con admiración y temor al sobrevalorado león mientras que el elefante solo les hará sonreir. Pero eso es solo posible para los que no han sentido de primera mano la furia del elefante.

Sin embargo, el poderoso elefante no puede siempre hacer valer su poder. La cobra, infinitamente más pequeña e incapaz de penetrar la piel gruesa del paquidermo con su veneno, es, sin embargo, capaz de ahuyentar a un elefante macho adulto. Por su bravura, por su seguridad, el reptil logra lo que otros no pueden. La reina cobra, entonces, finalmente pone todo de cabeza con su desfachatez.

Pero, ¿quién sabe? Quizás haya en algún lugar un elefante cuya ira está creciendo día a día, un animal indignado que se prepara no solo para pisotear gatos de todos los tamaños sino que también está suficientemente cegado por la ira como para pisotear a las malditas cobras que lo mantuvieron en jaque...

Friday, December 26, 2008

Día 5

He mirado el abismo y no es mejor que esto. Pero esto, esta vida de días indistinguibles uno del otro, se torna insoportable a veces. El amor no correspondido hace que todas las punzadas de la angustia de existir y no saber para qué sean mil veces más agudas. Es como tener una luz al final y no poder dar ni un paso hacia ella, peor aún, es como si la tierra te estuviese tragando lentamente mientras sabes que tu salvación estaría en la otra dirección. Y la luz no se acerca a ti. Sigue ahí, inmutable, imperturbable.

La frustración me hace pensar nuevamente en el suicidio, pero ya antes he sabido con certeza que soy muy cobarde para hacerlo. Cuando pienso que el dolor es insoportable, de pronto la mente se agota y ya no puede ni generar más dolor. Entro a un estado de entumecimiento. Ese estado en el que sobrevivido los últimos díez años. Pero la musa reticente me ha despertado y no sé si debería agradecérselo o maldecirla.

Thursday, December 25, 2008

Día 4

Navidad ciudad soledad...

Navidad rima con soledad, pero no le haré una canción a esta fiesta absurda. En estos días he luchado contra la inercia de todos estos años para empezar a componer nuevamente. Pensé que saldrían canciones para la musa reticente, pero no ha sido así. Ha salido de algún sótano enmohecido, entre muchos otras, una melodía oscura y lenta que me asusta un poco y dice algo así sobre acordes menores y otros sin nombre conocido...


Sin título...

Las rejas se han abierto
No duermo y no despierto
Dando mil y un vueltas
Al nudo en mi cabeza

No quiero enfrentar al cielo
Rehuyo y me encierro
el mar vomita en olas
y el sol proyecta sombras

La luna llega al fin
Me trae otro botín
de sueños y acertijos que yo nunca entendí

Las rejas se han abierto
había un demonio ahí dentro
que ahora da mil vueltas
al nudo en mi cabeza

Que cunda el silencio
que sane al enfermo
que llegue un mensajero
con cartas para el muerto

La luna llega al fin
Me trae otro botín
de sueños y acertijos que yo nunca entendí

Monday, December 15, 2008

Día 2

Dos hermanas viejas, una hija loca, una musa reticente...

En el piso de arriba viven dos ancianas, creo que son hermanas aunque no se parecen mucho. Hace más de diez años que vivo acá en este departamento en un viejo edificio en el distrito de Miraflores, y cuando llegué estaban sólo las dos. Las conozco de vista pero no conozco sus nombres.

En algún momento vino a quedarse la hija de una de ellas, una mujer de unos cincuenta años. Nunca he cruzado palabra con ella. En la calle parecería una persona bastante común y corriente, salvo por los lentes oscuros que siempre lleva y quizás por una expresión facial casi exageradamente seria. Esta mujer, sin embargo, dentro de su casa se convierte en un monstruo cuyos gritos y lamentos llegan a amenazar mi equilibrio mental y emocional. En diversos momentos del dia se le oye increpar, reclamar e insultar a su vieja madre.

Reclama acerca de dinero que debió recibir de la venta de una casa y que nunca le llegó. Reclama acerca de la suerte de algún hermano suyo, el hijo que siempre fue el favorito de los padres desde que eran niños. Llora de una manera infantil que puede ser hasta graciosa por unos minutos, pero luego me crispa los nervios y se convierte en una pesadilla. Entonces golpeo la pared, a veces la ventana de la cocina, y en varias ocasiones parece que me escucha y se calla, o al menos baja la intensidad de las molestias.

Al parecer ella no trabaja ni tiene alguna actividad regular fuera de su casa. Dice con frecuencia que no entiende, o al menos es lo que se llega a descifrar, por qué su madre no le puede dar un dinero que le permita irse del país. Parece que tiene planes de ir a España y empezar su vida de nuevo. Ojalá, si se va, pueda conseguir mejor asistencia psicológica por allá. Acá la suelo ver volviendo de la farmacia con pastillas en la mano. Me imagino que las toma de la manera que le viene en gana.

Echado en mi cama la oigo algunas madrugadas y siento que me volveré loco, pero antes de que eso suceda ya estoy profundamente dormido. Seguramente afecta la calidad de mi preciado sueño pero no hay mucho que pueda hacer. Alguna vez hice una queja telefónica y no prosperó. Pero, aunque parezca mentira, las quejas de esta mujer también me pueden hacer sentir bien. Es porque me hacen pensar en que sobrellevo bastante bien la soledad, en comparación con otra gente.

Un perro ladra con desesperación en la calle y se siente un leve eco tras cada ladrido. La calle está vacía, la loca de arriba está callada, y es hora de irme a dormir. Mi musa reticente quizá también esté a punto de echarse a dormir a muchas cuadras de aquí. Le deseo buenas noches.

Sunday, December 14, 2008

Día 1

Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.

Salí de prisión y acabé aquí. Ya no podía seguir allá en Buenos Aires ni en algún lugar cercano, ya no podía vivir tranquilo sin ser reconocido a cada paso como el músico homicida de incesante angustia, el que mató a su amante, a la única que casi lo comprendió; el que luego perdió la inspiración y ya nunca más pudo componer música. Más aún, yo era el musico asesino que misteriosamente se veía como en el día en que fue encerrado, como un hombre solitario de treintitantos años, muchos años después del crimen. El aislamiento necesario para llevar mi vida como yo quiero era imposible, no podía moverme de un lado a otro sin tener que enfrentar las miradas estúpidas e incrédulas: "él es".

Llegué a Lima en circunstancias que algún día explicaré y que estuvieron prácticamente fuera de mi control. He cambiado un poco. Sí, los años en el anonimato en esta ciudad gris y húmeda han cambiado en algo mi naturaleza, sobre todo en estos últimos meses. El amor verdadero y la comunicación sincera con los demás siguen siendo imposibles, lo sé, pero el caos de esta ciudad que el azar escogió para mí hace inalcanzable un aislamiento perfecto, hermético. Nadie sabe quién soy, pero aún así se me hace difícil no reaccionar, no interactuar con el mundo corrupto que me rodea. A raíz de estos contactos forzosos e incómodos vino la necesidad de entender un poco más a las fuerzas a mi alrededor, poco a poco ha crecido en mí el deseo de entablar con este mundo algún tipo de comunicación imperfecta pero más significativa... Y, sin embargo, la opinión de los hombres me sigue importando un bledo.

Impulsado por algo que no logro entender muy bien lanzo este diario al aire, al cielo, al suelo, un diario abierto que mis lectores sólo podrán encontrar por casualidad, así como yo encontré a esta ciudad, así como Caterina me encontró en otra vida... No tengo grandes esperanzas de nada, sólo una necesidad casi primaria de expresión, sin expectativas de algún tipo de recompensa por mis esfuerzos de comunicación. Si me encuentras hoy, seguramente me encontrarás mañana también. La extraña cuasi-juventud que me afecta me hace pensar que aún viviré muchos años más y que quizás este medio haga más llevaderos esos años por venir.