Sunday, December 14, 2008

Día 1

Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.

Salí de prisión y acabé aquí. Ya no podía seguir allá en Buenos Aires ni en algún lugar cercano, ya no podía vivir tranquilo sin ser reconocido a cada paso como el músico homicida de incesante angustia, el que mató a su amante, a la única que casi lo comprendió; el que luego perdió la inspiración y ya nunca más pudo componer música. Más aún, yo era el musico asesino que misteriosamente se veía como en el día en que fue encerrado, como un hombre solitario de treintitantos años, muchos años después del crimen. El aislamiento necesario para llevar mi vida como yo quiero era imposible, no podía moverme de un lado a otro sin tener que enfrentar las miradas estúpidas e incrédulas: "él es".

Llegué a Lima en circunstancias que algún día explicaré y que estuvieron prácticamente fuera de mi control. He cambiado un poco. Sí, los años en el anonimato en esta ciudad gris y húmeda han cambiado en algo mi naturaleza, sobre todo en estos últimos meses. El amor verdadero y la comunicación sincera con los demás siguen siendo imposibles, lo sé, pero el caos de esta ciudad que el azar escogió para mí hace inalcanzable un aislamiento perfecto, hermético. Nadie sabe quién soy, pero aún así se me hace difícil no reaccionar, no interactuar con el mundo corrupto que me rodea. A raíz de estos contactos forzosos e incómodos vino la necesidad de entender un poco más a las fuerzas a mi alrededor, poco a poco ha crecido en mí el deseo de entablar con este mundo algún tipo de comunicación imperfecta pero más significativa... Y, sin embargo, la opinión de los hombres me sigue importando un bledo.

Impulsado por algo que no logro entender muy bien lanzo este diario al aire, al cielo, al suelo, un diario abierto que mis lectores sólo podrán encontrar por casualidad, así como yo encontré a esta ciudad, así como Caterina me encontró en otra vida... No tengo grandes esperanzas de nada, sólo una necesidad casi primaria de expresión, sin expectativas de algún tipo de recompensa por mis esfuerzos de comunicación. Si me encuentras hoy, seguramente me encontrarás mañana también. La extraña cuasi-juventud que me afecta me hace pensar que aún viviré muchos años más y que quizás este medio haga más llevaderos esos años por venir.

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